miércoles, 14 de noviembre de 2007

Zucco y Calhoa II


Tomado de Naturaleza indómita

La sed es una sensación que Zucco conoce bien; a pesar de la humedad del bosque su cuerpo clama por las refrescantes aguas del río, del líquido que gotea de hoja en hoja llenando la fruta descompuesta y colmando las vastas áreas pantanosas, los que también fluye en las venas de cada criatura del bosque.

Pero cercano a donde quiere beber yace una boa constrictor que brilla entre la vegetación descompuesta en el piso del bosque; en tamaño es la segunda serpiente más grande del Amazonas, después de la mortal anaconda; las más grandes pueden crece hasta quince pies. Sus cuerpos compuestos de poderosos anillos de músculos, se enrollan alrededor de sus víctimas, lentamente sofocándolas hasta la muerte.

Para asustar a sus enemigos la boa emite un siseo amenazante, lo cual generalmente es suficiente para desalentar a los más débiles y los más impresionables atacantes… como a Zucco, quien perturbado se niega el líquido refrescante y se retira apenado. Se estremece, su encuentro con la boa le dejó fuera de sí; Calhoa parece observar las acrobacias de su compañero condescendiente.

La repentina agitación de Zucco por la boa, saca de su letargo a Calhoa. Los jaguares están activos el 60% del tiempo y más a menudo en la noche, pero la cacería, el pescar o simplemente un refrescante baño, puede ocurrir en cualquier momento; Calhoa espera un baño tranquilo pero Zucco tiene otra idea: el quiere jugar y lanza un ataque sorpresa…

La pelea entre dos jaguares es sólo un combate ritual. Su propósito es el de validar el balance de poder entre ellos y deja claro que dentro de la jerarquía natural de las especies, algunos dominan y otros deben de someterse; para Zucco, quien el primero en retirarse, está claro desde el día en que se encontraron que él simplemente no representa reto para la fuerza de Calhoa.

Zucco impaciente espera a que Calhoa regrese para continuar jugando, pero sintiendo que su compañera está cansada de jugar, Zucco se retira; es mejor emboscarla cuando ella menos lo espera, pero ella se aleja en busca de tranquilidad y comienza a limpiar su pelaje…

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Zucco y Calhoa


Tomado de Amazonia indómita

Un extraño se aventura en un rincón desconocido de la selva. Es un jaguar hembra. El sol parece bailar sobre su piel, como la luz que los indígenas del río llaman calhoa: la luz que las hojas de los arboles reflejan después de la lluvia.

Zucco, un jaguar macho, quien está en su territorio, se aproxima a la intrusa, pero Calhoa muestra escaso interés en su anfitrión y prefiere tomar un baño.

Zucco no sabe cómo interpretar lo que está sucediendo. Se acerca cautelosamente; tiene sólo 6 ó 7 años, mientras que Calhoa, mayor que él, adopta la postura indiferente y altiva de los animales dominantes. Entonces Zucco, se lanza al agua para observarla más de cerca.

Calhoa perfora un pez con sus colmillos, pero se le escapa inmediatamente en el agua fangosa. Intenta palparlo con la pata... y finalmente lo encuentra.

Sin explicaciones previas, Zucco está siendo despojado de sus derechos de pesca, pero aún no se atreve a mostrar su enojo. Temeroso de enfrentarse a un congénere más fuerte que él, pretende tratar a la intrusa como huésped, esperando que ésta responda con agradecimiento. El sentido de la jerarquía de Zucco le dice que conserve la distancia. Y descubre que Calhoa no es del tipo que comparte.

El pescado es una de las principales dietas del jaguar y generalmente, comen la cabeza primero. Además, aprecian especialmente los coatíes, los pecaríes, las zarigüeyas y otros pequeños mamíferos que disfrutan en días de suerte.

Zucco se resigna y recobra el ánimo pacientemente mientras Calhoa, saciada, bosteza con satisfacción y aburrimiento; la hembra se aleja lentamente del agua: desde ahora, el territorio es también suyo; distrayéndose de su letargo se detiene frente al tronco de un árbol para observar lo infinitamente pequeño, en este caso, una mosca.

Entonces Zucco, decide intentar un contacto más íntimo; si Calhoa pretende permanecer en su territorio, al menos deben frotarse uno contra el otro, pero ella pone inmediatamente las cosas en orden y él entiende enseguida cuál de los dos debe someterse al otro.

Tan pronto como Zucco asume su posición, Calhoa acepta jugar el juego; ahora podrán enfrentar juntos la selva, tanto para retozar como por mantener el poder, matar y dar vida...

3 tipos de amor

Leí de el amor, pero me parece que es extensivo a las relaciones humanas en general, que es de tres tipos:

El de situación: que se desarrolla cuando nosotros manifestamos una necesidad y entonces aparece; una vez que subsana nuestra insuficiencia, se irá.

El de estación: que es aquel que se está con nosotros en una época de nuestras vidas, pero cuando la época se acabe, también se irá.

El de vida: una vez forjado y hecho, con tus paradigmas claros, tus aciertos y desaciertos y no sin algunos tropiezos, ésta es la pesona que se quedará contigo.

Buena suerte.

viernes, 19 de octubre de 2007

Luna llena.


Octubre,
la luna llena más brillante del año,
símbolo y presencia
reto a la memoria,
que enreda los sentidos
en los recuerdos.

Perfume del ayer
necesidad,
ausencia,
pasó,
se transformó,
y se disolvió,
como polvo en el viento.

Pausa,
en suspenso,
en el significante
y su significado.

A veces en la memoria,
incomprensión,
culminación,
y término.

Luna llena,
vívido momento,
recuerdo,
silencio.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Ala rota.


Tomado de Amazonia Indómita.

Una gama ha muerto la noche anterior, sola en la sabana del pantanal. Las aves rapaces ya tomaron su parte y sólo queda un esqueleto con escasos restos de carne de los que se alimenta un solitario halcón.

Dos buitres urubu deciden molestar al halcón; uno intenta tomar los restos de la gama; un tercero llega; en un minuto es una horda ruidosa y voraz y el halcón será sobrepasado en número. Otro más llega tarde e intenta sumarse. Su ala está rota e intenta desesperadamente comer algo. El halcón no deja de mostrar a los buitres como se siente después de su intromisión.

Ala Rota se acerca al festín. Los otros buitres instintivamente lo excluyen por su discapacidad, alejándolo del círculo a picotazos. Pero él continúa intentándolo, esperando que algún día hagan una excepción y ese día él será aceptado y los otros compartirán la carne, pese a su ala, que lo ha debilitado enormemente.

Pero hoy, como desde hace tiempo, Ala Rota continúa siendo un excluido. Inseguro, avanza y retrocede en su acercamiento al grupo. Cada vez que logra obtener un pedazo de carne o hueso, es alejado con firmeza y tiene que conformarse con las migajas que caen en su camino…Otro de los buitres lo ataca, impidiéndole continuar. Castigado y excluido, Ala Rota se da por vencido, observando a los otros acabar con los restos de la gama. Su aflicción pronto llegará a su fin…

Ala Rota, como todos los que han sido excluidos y han sufrido violencia por parte de miembros de su propia clase, se aisla. Ha encontrado un santuario en la orilla del río. Comparte su nuevo territorio con un grupo de caimanes negros, cuyo rey, un gigante que mide más de 5 metros de la cabeza a la cola, se extiende para tomar una siesta.

El caimán negro es el más grande de su especie. Es muy parecido a los lagartos de Norteamérica y prefiere vivir en ríos calmados, a las orillas del Amazonas y sus tributarios. Principalmente se alimenta de pirañas y otros peces, así como de algunos invertebrados. Pero si un venado entra al agua y pasa junto a él en un periodo de escasez, no dudará en romperle el cuello para comérselo.

Ala Rota pasa cerca del Caimán gigante y este comienza a moverse… Ala Rota esta asustado y se aleja brincando. El buitre intenta escapar pero el pánico le hace perder su equilibrio y cae en una charca llena de lodo. El ruido que hace al caer despierta a un caimán…. Atrapado en el lodo y enredado en la vegetación marchita, Ala Rota realiza su mejor esfuerzo para salir del agua. Su ala lastimada le impide volar para salir del agua…

Ubicado por los predadores, Ala Rota se da cuenta de que su única esperanza es hacer lo más difícil posible para ellos el atraparlo. Con lo que le queda de fuerza alcanza un pedazo de vegetación desde donde será más difícil para los caimanes atraparlo. Ha sido una mala elección, el caimán se lanza hacia el frente dentro del resguardo tanto como le es posible. Como un mal presagio, el buitre lucha por unos momentos con su cuerpo atrapado por las fauces de hierro del caimán…

Y mientras los otros caimanes celosamente se abren camino hacia el cazador victorioso, la vida de Ala Rota se extingue. El gigante de 5 metros, atraído por el tumulto, sale de su letargo y se sumerge en el agua. En medio de una explosión de agua y lodo, los caimanes pelean por los restos de Ala Rota. Pero en la confusión originada por la batalla, no dan cuenta de que quien originalmente capturó al ave aún la mantiene entre sus dientes y no participa en la pelea.

En un lugar seguro lejos de los otros caimanes, él se devora a Ala Rota de un solo bocado.

No ha quedado ni una pluma.

Aquí en el lodo, a la orilla del río, termina la historia de un buitre que nunca fue querido y que murió un día por ser más débil que los otros, en algún lugar del grandioso Amazonas.

lunes, 1 de octubre de 2007

Encontré algo que estaba buscando.

Lo que voy a referirles tiene varias lecturas: una es el final de una aventura que inició a la mitad de los años 90. La otra es dar testimonio de como hay gente que va por el mundo iluminándonos, sin hacer muchos aspavientos o sin tomar conciencia de ello.

Primero tengo que contarles que en mi trabajo tenemos de esos muebles inteligentes, en los que en una misma estructura varias personas compartimos una especie de gran escritorio; es así como a mi lado se sienta un compañero diseñador gráfico, excelente persona y colaborador, pero a diferencia de todos los demás –me incluyo- que somos parlanchines, bromistas, a veces protagónicos y tira netas, él no habla.

Por supuesto no quiero decir que esté impedido de su capacidad para hablar; lo que digo es que él se abstrae y a lo suyo. Son varias las horas que pasamos juntos en la oficina, la mayoría de las cuales él suele permanecer en silencio, ocupado en el trabajo. He llegado a la conclusión que, aunque al principio nos sacaba de onda, él es así y a lo mejor los demás somos más ordinarios y cualquier pretexto es bueno para detenernos a la chorcha, el análisis de la nota del día, la preparación de un café, la broma mañanera… luego entonces mal miramos al que no es como todos los demás.

Él no suele unirse a la chacota; llega al trabajo y a lo suyo, sin hablar.

Pero con el paso del tiempo ya nos hemos dado cuenta de que no es que sea personal u odie al mundo. No. Él es así, abstraerse es una característica de su personalidad que terminas por acostumbrarte y aceptar.

Él no habla, no se mete con nadie y ya a nadie le extraña que así sea.

Aunque no habla por supuesto no es invisible; suele escucharnos a los demás, se rie de las mensadas que decimos y está presto al trabajo en grupo. Además en su labor es en verdad muy bueno, de hecho, dado que el gerente y el coordinador del área le consideran el más talentoso de todos, por el dominio de tecnologías y su estilo en el diseño, está encargado de uno de los proyectos más importantes en mi trabajo.

Por otra parte, en este rollo de las estrategias colaborativas, se ha sumado con nosotros en el desarrollo de proyectos de edición digital, sin cobrarnos un peso y si desplegando ingenio y talento.

Es verdad que él no habla… pero se suma, apoya y aporta.

Él y yo tenemos al menos un par de años de conocernos. Y dado que por la dispocisión de los muebles, nos sentamos una al lado del otro, ya en varias ocasiones hemos tenido ocasión de entablar algunas pláticas sobre música, películas, rock, el trabajo por supuesto, algunos choros sobre cultura pop, en fin, temas varios. Al principio eran largos monólogos de mi parte, ahora son charlas en las que me comparte su punto de vista. Y un día le hablé de mi pasión por Superstar y de mi épica búsqueda de aquel mítico disco grabado en 1970 en el que Ian Gillan interpreta a las rolas que refieren a la pasión de Cristo. Fue una tarde en la que yo hablé, hablé, hablé y él me escuchó.

De eso ya hace un tiempo…

Y ¿saben qué sucedió en días pasado? Al llegar él a la oficina, a la hora acostumbrada, él se sentó como siempre en su lugar y sin más me dijo que en su memoria USB traía el disco de Superstar y que era para mí. Primero no entendí lo que me decía porque al tiempo que hablaba me estaba dando su USB… Luego comprendí. La escuchamos y resultó que es la versión de 1973 y que interpreta Ted Neeley; ¡ah que gusto me dio! Inmediatamente la cargué el disco en mi PC y ya lo quemé en un CD…

No obstante que mi búsqueda seguiría, me sentí muy contenta, pero supongo que él no y resultó que volvió a la carga y me acaba de compartir nada más y nada menos que la versión que llevo al menos 6 años buscando: Jesus Christ Superstar de Andrew Lloyd Webber, la de 1970; si ¡la de Ian Gillan!

Y en un momento, gracias a este gran amigo, tengo dos versiones y en el caso de Getsemani, tres: las 2
mejores que hay en inglés y una que yo misma encontré hace tiempo, en español, la versión que interpreta Camilo Sesto.

No puedo evitar sentir mucho más afecto por él. Es verdad: no habla, pero ¿saben qué? escucha; me ha conmovido enormemente que me haya dado esa muestra de afecto; que haya querido regalarme algo que no tengo, de inestimable valor para mí y sobre todo, que lo buscara y encontrara para mí.

Y a lo mejor para algunos parezca una situación vana, pero para mí ha sido algo muy especial y quería compartirlo.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Vivir es chido.

¿Qué sucederá cuando nos morimos?

La anterior cuestión es sin duda una de las preocupaciones existenciales más socorridas de las culturas de todo el mundo. De la filosofía a la religión, no existen respuestas al asunto que pienso nos satisfagan, si no, habríamos dejado de preguntárnoslo.

Es que si saca de onda que sucederá después de la muerte; pero creo que ya hay que dejar de preocuparse; simplemente asumamos que un día nos vamos a morir y vivamos plenamente y con todas sus consecuencias; con esa certeza tomemos verdadera conciencia de nuestra mortalidad; algo así como despertar de la Matrix. Entonces nos liberaremos de pesadas cargas, miedos, culpas y -sin posturas Miguel Ángel Cornejo o Mariano Osorio- cada mañana pensaríamos que vivir es chido.

Hay muchas cosas que espero yo pueda hacer antes de morir en el terreno de los afectos y en lo que se refiere a cosas materiales; nada complicado. Hay que deshacerse de grandilocuencias y trascendencias ya que al final, las cosas que hacemos sinceramente son las obras que nos preceden y nos dan esa inmortalidad.

Así es que hay que vivir cada día de forma leve ya que la vida es sólo un momento. Es en verdad especial irse de este mundo con la certeza de que siempre lo intentamos y nos afanamos.

Vivir es chido. Morir ya es otra onda; sólo sabremos que pasará hasta que estemos en esas. Mientras vivamos y dejemos vivir.

Live & let die.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Pensar por tí misma.

Abstract.

Todo el mundo nos dice qué creer, qué es lo correcto, pero el hecho es que si lo analizas, sólo estamos repitiendo esquemas que en el hecho están fallando, es por eso que pregunto ¿te has planteado la posibilidad de probar nuevas fórmulas que te permitan llegar a tus propios paradigmas, pensar por tí misma?

La historia empieza siempre igual: un hombre y una mujer se conocen, se gustan y con el paso de los días sienten un profunda necesidad el uno por el otro y seguro habrá sexo. Pero los caminos para obtenerlo, en uno y otro son distintos: para él las cosas deberían darse sin muchas complicaciones, sin nos gustamos ¡hagámoslo! lo que ella también desea... pero "nos casamos ¿eh?". Finalmente sucede: el sexo y el matrimonio.

Pero cuando el tiempo pasa, la emoción se disipa, la chispa se apaga a fuerza de rutina, costumbre, decepción, la gente se siente sola, lo cual me lleva al punto que deseo tratar: son pocas las mujeres casadas que conozco que afirman ser felices; quien si lo es en verdad la felicito, pero aquellas que verbalizan su decepción, incluso ahora se pregunta en qué estaban pensando cuando optaron por andar esta aventura.

Triste ¿no creen? sobre todo para quienes como yo, creen firmemente en la pareja y la familia y que miro -sin sentirme ajena y sólo ver la viga en el ojo ajeno-, como la sociedad mexicana está en crisis y con ella a las parejas, la familia, la relación de hijos con padres, viceversa y un largo etcétera.

Y planteando el asunto a las mujeres luego de los 30, casadas y solteras, pregunto: ¿por qué no son felices? Luego de estarlo meditando y considerar la experiencia propia y ajena de varios años, me parece que tanta infelicidad puede estar relacionada con razones de fondo, atribuibles a la estructura, los paradigmas y la forma de comprender el mundo. Pareciera que ser, amar, estar, fuera algo autoinferido por el ser humano siendo, considero, que como todo arte y conocimiento que se respete, exige tiempo y conocimiento.


Todo el mundo nos dice qué creer, qué es lo correcto, pero el hecho es que si lo analizas, sólo estamos repitiendo esquemas que en el hecho están fallando, es por eso que pregunto ¿te has planteado la posibilidad de probar nuevas fórmulas que te permitan llegar a tus propios paradigmas, pensar por tí misma? Analicemos algunos factores que creo podrían haciendo a las mujeres la vida un infierno... o un paraíso, a según.

Sin duda el factor clave, el más espeso, es creerte que sólo cuando eres madre te "realizas" como mujer. ¿Habrase visto argumento más injusto? Para toda mujer, ser madre es digamos, un derecho divino, nuestro privilegio; puedes ser madre por el lógico hecho de ser mujer, joven y fértil... luego entonces ¿quién se atrevió a decir qué sólo a través de una condición básica y definitoria de la mujer, es cuando te realizas? Me parece incluso un argumento machista, a fin de que aquella que se afana profesionalmente no lo disfruten e incluso se sientan culpables o disminuida sino has ejercido como madre. Por supuesto la familia ejerce una presión terrible a embarazarte, pero la realidad es que la maternidad te encadena a una serie de obligaciones y responsabilidades para las que ninguna estamos preparada; nadie nace sabiendo ser madre y sólo hasta que lo eres, te das cuenta en lo que te has metido; nunca más pensarás en el yo, ahora te afanarás con el nosotros y que tu vida girará en torno a los otros. Así es que piánsalo para que cuando asumas esa gran responsabilidad sea con el conocimiento de causa y después no sientas que te engañaron.

Otro es el factor profesional. Al menos en México le dedicas un mínimo de 16 años a la escuela, de la primaria a la licenciatura. En los recintos educativos constantemente te repiten que la educación es el camino de la superación, que la información te da poder, que el aprender te abre puertas y conocimientos... todos los argumentos posibles que te ayuden a desplegar tus alas; así las cosas, eliges una carrera que te apasiona y significa, surcas el cielo, te sientes plena como profesionista, económicamente útil, incluso, algunas, comprometida con el desarrollo de tu país. Pero de pronto ¡paf! como en muchos casos, la mujer renuncia a todo para dedicarse al hogar. Es como por tu propia voluntad, hubieras aceptado los grilletes. Y vienen las tardes de tristeza, anhelando, pensando que desperdicias tu vida entre cuatro paredes... miras el cielo, el horizonte, el firmamento, tal lejos y tan cerca.

Otro elemento a destacar es la elección de la pareja. Al parecer en una edad de nuestra vida, obvio antes de los 30, a las mujeres nos empieza a pesar el reloj biológico, así como los discursos y estructuras sobre "como debe ser la vida" de una mujer. Desde hace siglos nos han dicho que la única forma "correcta" para criar a los hijos es el matrimonio; así nos precipitamos en nupcias con alguien a quien no necesariamente complementamos y quien por supuesto, no es nuestra mejor opción. Es decir, a lo mejor la boda sólo se efectuó porque él es hombre y tú mujer, deslumbrados por la estela del romance, la atracción, el deseo, el sexo... pero no son pareja. Es más y como ya había dicho en otro post, muchas historias, incluso de las que yo misma he tenido, se fueron tramando motivadas no por amor sino por miedo: a la soledad, a la crítica, por una previa desilusión...

Ahora agreguemos el feminazismo. ¿Por qué no empeñamos en formar bandos de hombre contra mujeres? ¿Por qué no dialogamos? No entiendo ese odio por el hombre o la misoginia y mucho menos esa necesidad de ser super mujer ¿qué espero demostrar; o mejor dicho, qué es lo que me hace falta que me hace correr en pos de ideas y discursos fuera de mi propia realidad? Ojo y digo feminazismo porque me queda clarísimo que el movimiento en favor de los derechos de la mujer se gestó y mantiene porque seguimos ganando menos respecto a los hombres y por supuesto, en muchas partes del mundo, muchas mujeres vive en condiciones degradantes y tiranizantes, se les discrimina e incluso asesinan, como en Ciudad Juárez Chihuahua, lo que ha merecido el término de feminicidio. Pero he llegado a creer que esa condición de super mujer nos tiene al borde del colapso ya que somos amigas, esposas, amantes, madres, compañeras, consejeras, trabajadoras de tiempo completo, profesionistas, amas de casa, ciudadanas... etc, etc, etc... ¿y el hombre? Sigue ejerciendo y, desde hace siglos, cumpliendo con una meta básica: el de proveedor; incluso hay muchos que ahora se relajan ya que saben que las mujeres se afanarán para que nada falte en el hogar que los dos comparten.

Así las cosas piensa, analiza, plantéate escenarios, trázate mapas mentales para que desde distintas aristas veas la consecuencia del paso que darás. Avanzas hacia un destino pero ¿es porque tú quieres o es socialmente impuesto? Entre 2 las cosas no sólo son cuestión de atracción; es además de equilibrio, complemento y de dos seres dispuestos a crecer juntos y separados, respetar y conciliar.

¿Qué me sirve y qué desecho de todos esos paradigmas? Esa es parte de la reflexión que cada quien hará, pero lo que si es un hecho es que erróneamente hemos ido nadando de "muertito", inmersos en paradigmas y estructuras tan hechas, que ya va siendo el momento de aceptar lo que te sirva de todo ese marco de referencia impuesto, para empezar a pensar por tí misma y entonces ser feliz.

martes, 11 de septiembre de 2007

De falocéntrico a clitoriano

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martes, 4 de septiembre de 2007

Los amores imposibles


Abstract

El amor-pasión occidental es el terreno del gusto por dolor, el gusto por regodearse en la pasión que nutre y mata, que no tiene razón y le da razón a la vida. Este otro amor también es imposible porque el amor posible, el de diario, el que se consuma y se ejerce, no da para la poesía, para el tormento, para la bohemia y trasnochada infelicidad.

Los amores imposibles o estrategias para combatir el desamor
Por Ricardo Arriaga Campos
Tomado de
http://www.canal22.org.mx/sextante11/


Una buena y una mala. Primero la mala, pero tengan paciencia, de veras luego viene la buena.

¿Cómo?, ¿cómo alcanzar al amor sin condiciones?, ¿cómo empezar a quererse uno mismo para poder querer a otro?, ¿cómo vivir sin ese jodido miedo de confiar en uno mismo?, ¿cómo vivir alerta pero sin temor para saber compartir el tiempo, la vida, la confianza, la intimidad con alguien o para evitar el maltrato y cómo aprender a enviar, recibir y diferenciar entre unos y otros mensajes?

¿Cómo?, si de la lucha cotidiana entre tales dos opciones, las sombras inundan los espacios, es decir que recorren las calles y los asientos de los autos, las nucas llenas de adioses y los pechos y los puños llenos de ganas, las impávidas oficinas sin futuro cierto, los hogares de comesantos del otro lado de la puerta y cagadiablos puerta adentro, es decir las casas monográficas con sus desayunos de prisa y sus comidas anacrónicamente rituales y sus condenatorias miradas y sus silencios en la mesa, los teléfonos como marros que azotan el poder de la última palabra, los hospitales y sus pasillos invictos de amores, las iglesias y la paz sea contigo pero no con aquél, las cárceles, las escuelas y las listas de asistencia, los cafés y los ceniceros atiborrados de desacuerdos, las cocinas sitiadas, los cuartos y las camas y los extremos de las camas.

¿Cómo?, si creo que llevamos siglos transitando por el sentido contrario, es decir que con sus semejanzas y diferencias nuestro mundo actual no es en las cosas fundamentales radicalmente diferente de la vida de los hombres de hace quinientos, mil o dos mil años, es decir que en el hombre occidental de ayer y en el de hoy son semejantes el intrínseco anhelo de complementariedad, el afán de superar la discontinuidad para “continuarse” en el ser del otro, el afán del intangiblemente sólido pacto íntimo, así como también están ahí impasibles la calma blanda de la comodidad y la costumbre amarga, el acre dolor silencioso del engaño y del autoengaño –sobre todo el autoengaño–, el duelo de la pérdida; esto es que las penas, afanes y temores son los mismos, lo que cambia es el escenario, las maneras de vivirlo y de expresarlo. Los laberintos de la patología amorosa sólo cambian de vestuario.

¿Cómo? Creo ir entendiendo que hay que empezar por aclarar las cosas, por inteligirlas, por entender qué es eso del amor, primero hacia sí mismo y luego al otro. Y encuentro que una especie de miopía histórico-arquetípico-psicológico-emocional nos hace pensar que sólo las fechas cambian, pero el amor perdura, cuando lo que de verdad perdura es el desamor.

Así es que pienso en lo que reconocemos como la vivencia posible del amor y lo ubico en las coordenadas de nuestro contexto occidental, y dentro de éste en nuestra particular hispanidad y, más acá, en nuestra pueril mexicanidad (quiero decir este nacionalismo apenas futbolero que no acaba de crecer y madurar en una ciudadanía participativa). Por un lado tenemos el amor que nos ilustra el ya primerísimo poder del mercado, es decir, amor a 12 meses sin intereses: el día del niño y su berrinche y el de la madre y su hartazgo, el día (autofinanciado) del papá y el del (desconocido) cartero, el día del amor meloso y el día (idóneo para cantina) del burócrata. Este amor es imposible porque es proporcional al volumen y a la cantaleta de la efeméride.

Por otro lado, está ese amor que nos vende la historia escrita por otros, dizque autorizados para hablar de él -los amigos de las editoriales, los cantautores acreditados por la televisión-; se trata de un amor pasional, donde pasión no significa éxtasis, sino sufrimiento; es el amor imposible que es combustible y veneno a la vez:

Pasión quiere decir sufrimiento, cosa padecida, preponderancia del destino sobre la persona libre y responsable. Amar más al amor que al objeto del amor, amar a la pasión por sí misma, desde el amabam amarae de [san] Agustín hasta el romanticismo moderno, es amar y buscar el sufrimiento. Amor-pasión: deseo de lo que nos hiere y nos aniquila en su triunfo (...) un secreto cuyo reconocimiento Occidente jamás ha tolerado, que nunca ha dejado de reprimir, ¡de preservar! El amor-pasión occidental es el terreno del gusto por dolor, el gusto por regodearse en la pasión que nutre y mata, que no tiene razón y le da razón a la vida.
[1]

Este otro amor también es imposible porque el amor posible, el de diario, el que se consuma y se ejerce, no da para la poesía, para el tormento, para la bohemia y trasnochada infelicidad.

Y el asunto no es nuevo, data de mucho tiempo atrás, es una de nuestras herencias deficitarias. Por ejemplo, en el siglo XVI cuando la naturaleza y sus ciclos regían todavía la vida social, cuando el desconocimiento del mundo era proporcional, por un lado, a la fragilidad de la vida humana y, por otro, a la soberbia de sentirse el centro del universo en una tierra que acababa de volverse redonda, desde el Renacimiento español hasta el desencantado novecentismo o el realismo de negruras, predomina la concepción amatoria que en la literatura ubicaba al poeta en el limbo de un dolor por la imposibilidad de consumar su amor y un regodeo en el mismo dolor.

El concepto amoroso lírico abstracto, de ideal de belleza, de creación artística, al menos en nuestra hispanidad, se envuelve en juegos de atmósfera nostálgica. Desde los grandes líricos de la Edad de Oro y la alta poesía barroca del siglo XVII, hasta nuestros poetas contemporáneos y nuestros surtidores populares de melodías (que entre “besamemuchos”, últimas pero de veras últimas noches, gavilanes, palomas y otras oscuridades y faunas desafortunadas definen el amor en boleros y baladas), las alusiones al concepto amoroso apuntan al amor como pasión morbosa a la que el amante se entrega aceptando los designios fatales, al amor en medio de una lucha interior, al amor petrificado en el recuerdo inexorablemente acompañado de una profunda melancolía no sólo aceptada y degustada, saboreada, sino hasta anhelada y buscada.

En suma, en la concepción amorosa occidental hispana predomina el flagelo y la conmiseración, como la única pertenencia por la que vale la pena vivir, incluso morir.

Desde –sólo por poner algunos ejemplos, que por lo demás hay muchos– Garcilaso de la Vega (el “Príncipe de los Poetas Españoles”) y su poesía pastoril de dolor revestido de pasión aborrascada, de celos tercos y de melancolía por la pérdida irreparable de su Isabel, hasta Federico García Lorca y sus duelos de amor que van y vienen con cuchillos de luna, con llantos de lirios, con sueños de miedos y venenos, desde Machado y las nostalgias de poetas muertos lejos del hogar, colinas polvorientas y espinas clavadas, hasta Sabines y los amorosos locos, solos, espantados, vacíos, que nunca encuentran nada y que no saben decirse nada, las reminiscencias autoflageladoras se asoman en la aceptación altiva de la desgracia como justificación última de la vida.

El amante defiende el dolor como la única posesión de su vida, como testimonio encarnado de los despojos del amor, como personificación del fatalismo cortesano renacentista y su inherente sometimiento pasivo al dolor infligido por el destino o por el desdén, como emblema no sólo viril –como correspondería a un caballero estoico y altivo en su dolor–, sino religioso y culposamente cristiano que acepta con tres golpes en el pecho ese destino. El amor es el campo de batalla predilecto entre el raciocinio y la sinrazón, porque es tanto más grande el amor, cuanto más imposible es consumarlo.

Hoy por hoy nos movemos en esa concepción amorosa que heredamos y aceptamos por inercia y por pereza, porque ¿quién, repito, ha sido instruido en el significado y la importancia del amor? Vivimos la paradoja de un concepto del amor que existe más en el papel, es decir en la poesía, en la literatura, en las letras de canciones que en la realidad cotidiana y existencial de los amantes, pero, y he aquí la paradoja, ¿quién posee una clara definición del amor, una, al menos, definición personal que le permita, en consecuencia, ejercer el amor, es decir ejercitarlo eficazmente en nuestras relaciones afectivas?
[2]

En fin..., a lo que voy es a que en el currículo del amor occidental “el mundo fue y será una porquería” porque la felicidad no tiene cabida en el cambalache de la historia: la leyenda, la epopeya, la novela, la poesía, la literatura, la canción popular y la telenovela, y con ellas, la vida que reflejan, se nutren del amor amenazado, condenado, abortado. “Lo que exalta el lirismo occidental no es el placer de los sentidos ni la paz fecunda de la pareja.”
[3] La desgracia amorosa parece una de las ocupaciones más recurrentes en el inventario de la narratización y de la microhistoria occidentales, en el catálogo de expresiones de la condición trágica de la existencia; para algunos el dolor es el combustible explícito de la literatura, es el eterno “ni tú para mí, ni yo para ti” del Amor Perdido (si como dicen que es cierto/que vives dichosa sin mí/vive dichosa, quizá otros brazos/te den la fortuna que yo no te di), para otros –los más– es el pan de cada día: “hoy quiero... saborear mi dolor.”

El caso es que en el parpadeo de nuestra historia el canto y el cuento, la prosa y el verso, el diálogo directo y el mediático, todos los encuentros comunicativos, livianos o de peso, se flagelan como cómplices de la religión y sus culpas y como clientes virtuales del ministerio público. Es decir que sufrir es un derecho divino, un don, una estrellita en la frente en el aula de la comunidad, un boleto al cielo de los buenos que son buenos porque sufren, pero eso sí, sin boleto de vuelta, no se puede renunciar así nada más, hay que sufrir estoicamente hasta el fin y toma este puñal y ábreme las venas…

Ese amor es la sublimación del “pégame pero no me dejes”, es decir, apología del oxímoron:
[4] éxito del fracaso, terapia de evasión, mística del masoquismo, idealización del madrazo. ¿Será que estamos llamados al mitin cotidiano de maltratadores y maltratados. ¿Será? Si lo pudiéramos medir, ¿qué porcentaje de las desgracias humanas se derivan del culto al desamor, de la manifestación paradójica del amor, del maltrato, del maltrato evidente y del maltrato taimado?

¿De dónde nos viene ese placer por la infelicidad? El matrimonio, la familia, la escuela, las instituciones sociales –unas laboratorio de esquizofrenias, otras registro oficial de contradicciones– ¿son las encargadas de asegurar la desgracia en el contrato y preservarla en la resistencia? Pirinola donde todos toman, donde todos lloran, porque de aquello de “los ricos también lloran”, lo que importa es el “también”, o sea que nadie se escapa.

Parecería que el amor es un mito, es decir una fábula simbólica que sintetiza y permite abstraer de un vistazo un esquema constante –en este caso de las relaciones– e instalado en la superestructura colectiva, en medio del cotidiano revoltijo relacional. ¿Cuál es el mito, el arquetipo, el inconsciente colectivo sobre el que descansa nuestra conducta hacia el amor, hacia el desamor, hacia el autodesamor, hacia el maltrato?

Si algo puede ser nítido en su complejidad es el amor, es decir que si algo puede ser por naturaleza holístico es el amor, pues sólo puede externarse si nace de dentro, y el que se posee es el que se recrea y se nutre en su externalidad, más aún: amor, ente amador y ente amado son realidades que sólo se definen por su condición de trazo o fragmento inseparable en el dibujo completo del círculo. Me parece que buscar esa conciencia de la circularidad de la existencia y de las relaciones puede ayudar a confirmar que lo que unos llaman pecado, otros una piedra en el camino, no es más que el resultado de la distracción, tal es el mayor error humano: no prever la consecuencia última de cada acto.

Pero si el mito no tiene patente de autor ni fecha de publicación ni siquiera acta de nacimiento, sino que es de origen oscuro e incierto y que ejerce sobre nosotros un sutil y eficaz poder ubicuo, ¿cómo agarrar por el cuello a esa sombra, al mito del amor-dolor que nos caracteriza?

¿Es que el mito del dolor platónico, el del amor épico, el mito del cristiano amor doloroso, el mito del amor imposible cortesano y caballeresco, el mito del civil y contractual amor conyugal (después podemos hablar estadísticamente de ello), el mito del amor célula del Estado, el mito poblacional del amor censado, conllevan en nuestra concepción amorosa una inexorable vocación de desgracia?

Veamos, en el supuesto caso de que el amor oficializado fuera una pauta segura, por cada 100 matrimonios realizados en el país en 2005 hubo 11.3 divorcios, y la edad promedio de los hombres al momento de divorciarse es de 37.2 años y de las mujeres de 34.5, uno de cada 13 matrimonios en México termina en divorcio, en el Distrito Federal el promedio es de uno por cada ocho, ¿cuál es así el panorama de futuro amoroso de tantos hombres y mujeres?, pero dejemos esos datos para otro momento y otra reflexión.

El punto es que el amor, estadísticamente, no existe como lo imaginamos, es decir del hombre y mujer que se “enlazan” con todas las de la ley y son llamados familia en franca discriminación de todas aquellas estructuras que no corresponden a la monografía papá-mamá-hijos (de acuerdo con el INEGI, de cada 100 familias en México, 52 no corresponden a este esquema). Aun –otro supuesto, ¡qué barbaridad!– en el caso idílico de que la familia y el hogar fuesen el cenáculo del amor, fijémonos nada más cómo se define institucionalmente el hogar: “El conjunto de personas unidas o no por lazos de parentesco que residen habitualmente en la misma vivienda y se sostienen de un gasto común, principalmente para comer”, ¿y el amor?, bien, gracias.

Pero bueno…, solamente estamos hablando del amor-pareja y sin contar con las separaciones que no figuran en las estadísticas y en el supuesto también de que las parejas establecidas se mantuvieran juntas por verdadero amor, y no por alguna patología: por dependencia económica, por dependencia emocional, por resignación (mi peor es nada, dicen), por conveniencia social (el “solo” o “sola” de determinada edad es un peligro o una interrogante de cejas alzadas para la sociedad y sus presuntas buenas costumbres), por comodidad (alguien que sirva la comida, alguien que traiga dinero para la comida), por el gran mito de la figura paterna o materna que deben cargar como una inasible loza los chamacos, por venganza intraconyugal que practica mentalmente y entre dientes el uxoricidio (asesinato del cónyuge) en cada plato servido, en cada gasto entregado, en cada almohada y en cada luz apagada que alivia el pesado día con el esperado fin de la jornada.

Creo que vivimos en una distracción tal que hemos enquistado esa desgracia, la hemos elevado al rango de sentimiento acreditado, prestigioso, popular: “es que todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar” con sus consecuentes definiciones filosófico-matemáticas de: querer es a gozar, como amar es a sufrir.

Cómo llegamos hasta aquí, hasta este punto, en palabras de mi amigo Alejandro García: “detrás del mundo de las apariencias, de los prejuicios y de los tabúes, debemos preguntar y preguntarnos, aunque le pese a la superación personal y a las buenas conciencias, dónde nos desafinamos, dónde nos desafinaron.” ¿Será que efectivamente preferimos lo que nos daña?

¿Cómo nos volvimos individuos abandonados y solitarios?, solitarios niños abandonados, dueños si acaso del nombre que nos nombra, si no es que sólo de un apenas sobrenombre; abandonados en casa por una familia cuarteada, difusa, abandonados por la sociedad agónica de la que, no obstante, quisiéramos formar parte, clamando calladamente por pertenecer. Pero no hay a dónde, a qué pertenecer: andamos por ahí como hijos de nadie, como nadie, como nada, pero una nada que duele quién sabe dónde, quién sabe cómo, como una nada que se defiende del mal que viene de antes, de siempre, que sigue viniendo en cada mañana de abandono, que sigue viniendo entre la gente, y se defiende del desamor, hasta del amor se defiende. Y aun adultos seguimos siendo pendulares víctimas y victimarios, transeúntes por la injusticia taimada de otros y asesinos vengadores de sí mismos, vengadores en sí mismos por el estúpido fardo de niños maltratados.

Pero en esa oscura geometría titilan cálidas palabras llave, señales comunicativas incontrovertibles hacia puertas de salida, nunca es demasiado tarde para pronunciar estas palabras: “lo siento”, “te amo”, advierte Elisabeth Kübler Ross
[5] (a uno mismo, añado yo), y agrega que con ello podemos liberarnos de nuestra culpabilidad y volver a vivir. Vivir bien quiere decir aprender a amar.[6]

Y sigue:

Somos culpables de haber destruido muchos dones de la naturaleza y de haber perdido toda espiritualidad. Yo exagero un poco, pero seguramente no demasiado. El único modo de aportar un cambio para el advenimiento del tiempo nuevo, consiste en que la tierra comience a temblar a fin de conmovernos y tomar conciencia [una gran revolución, un rompimiento del sistema, una gran discontinuidad nacida incluso de microrrevoluciones provocadas, diría Juan López Chávez
[7]].

Es necesario que lo sepáis, pero no que tengáis miedo. Sólo abriéndoos a la espiritualidad y perdiendo el miedo llegaréis a la comprensión y a revelaciones superiores. A esto podéis llegar todos.

Para ello, no es necesario dirigiros a un guía, ni tenéis la obligación de iros a la India, ni siquiera os falta un curso de meditación. Es suficiente con que aprendáis a entrar en contacto con vuestro yo [a autocomunicarnos, a autosustentarnos, diría Marina Arjona], y eso no os cuesta nada.
[8]

En fin, concluyo con la mala, que ya está anunciando la buena, proponiendo que la dicotomía luz-oscuridad proporcional a felicidad-tristeza, amor-desamor, puede ser más clara y menos maniquea, el amor es una realidad compleja (que no quiere decir complicada, sino rica) que articula y canta los coros solidarios de aquellos que asumen mediante el ejercicio de la inteligencia y por convicción no joderse y no joder al otro, escribir en el flujo del presente individual y del compartido la fertilidad de la luz de la conciencia, de quienes se proponen vencer con cariño cierto esa discontinuidad de la que hablé, porque si bien la realidad nos ofrece constantemente la disyuntiva de maltratarnos o querernos, también ofrece constantemente la posibilidad de volver a empezar, de redescubrir la diferencia entre los caminos solitarios, individuales, egoístas y los caminos afectivos, solidarios, compartidos, pero ojo, también el discernimiento para reconocer cuándo el otro quiere sumar sus pasos a los nuestros y cuándo no.

La buena, ahora sí. Propongo estos pasos y una reflexión

1. Reconocer que estamos inmersos en una cultura de simulación del amor (si no es que de desamor) y de maltrato, no le demos vueltas.

2. Hay de dos sopas: nos quedamos ahí o buscamos un cambio.

3. Si buscamos, si queremos el cambio, hay que prepararnos para él, hay que inducirlo.

4. Traer esto a la conciencia, reconocerlo (el desamor cotidiano y el maltrato) de quien venga, no subestimarlo, no culparnos por recibirlo, pero también examinar el que es infligido por nosotros.

5. Definirlo, diferenciarlo, nombrarlo, desarrollar la destreza lingüística y comunicativa para ser capaces de interpretar y clasificar los mensajes que recibimos acerca del amor y el desamor, particularmente los que resultan paradójicos.

6. Trabajar en la autoestima, en la seguridad, en el autosustento, en la confianza en sí mismos. Necesitamos querernos sin condiciones, con la mira puesta en la esperanza de llegar a ser ese “fenómeno infinitamente raro que sería una persona satisfecha y feliz”. Es decir que es indispensable trabajar y desarrollar la capacidad de quererse uno mismo, de lo contrario es poco probable que se pueda querer a alguien más, suponerlo es terreno muy fértil para el chantaje del estilo “te quiero más que a mí mismo”, “yo que he dado la vida por ti” y un sinfín de mentiras de este tipo.

7. Verbalizarlo, decirlo, expresarlo, tanto el amor, como el desamor y el maltrato. Esto quiere decir que para alcanzar el paso anterior es preciso tener herramientas para comunicarse con uno mismo para luego poder comunicarse eficazmente con los demás, y para ello se requiere aprendizaje y mucha práctica de autocomunicación que nos llevará a una mejor comunicación hacia el exterior. Y el sistema más elaborado de comunicación que hemos desarrollado es el verbal. De modo que aunque se maneja superficialmente que la primera y más importante función de la lengua es la comunicación o transmisión de información, conviene pensar que ésa es la segunda función, pues antes está la concreción del propio pensamiento, del propio sentir para luego decidir si transmitirlo o no. En todo caso, la primera función sería la autocomunicación. De ahí, entre otras cosas, la importancia del letramiento, diría Juan López Chávez.

8. Evitar lo más constantemente que se pueda, sin caer en la obsesión, la distracción. Quiero decir que podemos ejercitarnos en la reflexión sobre las causas y consecuencias últimas de nuestros actos, los mínimos y los trascendentes, porque el mayor error humano (Pablo, en la literatura católica, lo calificaba, para que se entendiera mejor, de pecado mayor) es no pensar en tales causas y consecuencias, porque el problema no es sólo robar o matar, sino qué se gana a fin de cuentas con ello. Esto implica en la vida diaria estar atentos a evitar en nosotros y en los otros los mensajes y las situaciones de chantaje, de poder, de maltrato, de negación de la dignidad.

Marina Arjona se pregunta en el texto “Autosustento”
[9]: “¿Cómo se podría llegar al ‘amor incondicional’ de Elisabeth Kübler Ross cuando se tiene tanto resentimiento por el maltrato que se ha vivido?”, ¿cómo?, ¿cómo en un escenario (histórico, cultural, lingüístico, comunicativo) de relaciones interpersonales que glorifican y se regodean en el egoísmo a ultranza y en el atropello del otro elevado al rango de virtud o principio de supervivencia –en el maltrato, pues?

Partamos de su inicial convicción –expuesta en el texto “Un punto de vista sobre el maltrato”– respecto a que “ha llegado el momento de prepararse para lograr ser expertos, ante todo, en motivar cambios relacionales en la gente que lo necesita realmente. Lo que significa provocar la necesidad del cambio, además de ser capaces de inducirlo”.
[10]

Mi particular motivación para compartir estas reflexiones es que cuando se encuentra una estrategia contra el desamor, contra el maltrato, se le quiere hacer ver a los demás, a quienes uno va queriendo en el camino o incluso a quienes uno va encontrando en el siempre complejo, a veces estrecho –estrechísimo–, espacio de la comunicación.

El problema es que crecemos (y hasta nos reproducimos, según el dictado del ciclo vital) sin ninguna enseñanza respecto de asuntos fundamentales. ¿Quién –preguntémonos– ha recibido alguna lección formal de lo que significan conceptos universales como el amor, la libertad, la justicia, amén de un largo etcétera? Quizá porque forman parte de los principios universales de la condición humana, creemos que nacemos con ellos, con una especie de chip que se activa sin la necesidad de instrucción, de aprendizaje, de práctica consciente.

Seguramente seríamos una sociedad más armónica, más feliz, si desde la escuela básica se nos enseñara a pensar y a sentir, en lugar de empeñarse, con el aplauso blandengue de los padres que “malconocen” a sus hijos, en que repitamos de memoria las capitales del mundo (sin hacer ninguna asociación cultural, claro) y en que “cantemos” como remedo de mantra estupidizante las tablas de multiplicar (sin elaborar, tampoco, ningún procesamiento lógico abstracto).

El camino está, pues, en la búsqueda y en la provocación de cambios en el pensar y en el actuar individuales y colectivos para acceder a una vida más consciente, que puede en consecuencia ser más feliz, más amorosa, más solidaria, más sana, menos dañina, menos hostil, menos egoísta, en desarrollar la capacidad de comunicarnos consciente y eficazmente en la multiplicidad de niveles de la comunicación humana, de las transacciones comunicativas, para, con ello, buscar establecer más claras relaciones con los otros y con nosotros mismos por supuesto.

Si constantemente nos encontramos en la disyuntiva de quedarnos en la orilla de la simulación del amor y del desamor o transitar operativamente en las estrategias del amor, por qué no empezar a hacerlo ahora que realizamos una comunidad virtual.


[1] El amor y Occidente, Denis de Rougemont, 1984 (3ª), Kairós, Barcelona, p.16.
[2] Propongo un ejercicio, una especie de encuesta: pidan a sus conocidos que les definan en unas cuantas palabras lo que es el amor y verán cuánta ambigüedad se despliega. Propongo también otro ejercicio: pidan a sus conocidos que en dos minutos exactos (tomen el tiempo) anoten todas las palabras sueltas que les vengan a la mente y espontáneamente sobre el tema “amor”; envíenme las listas de palabras y en respuesta les devolveré el análisis lexicométrico. (ricardo3500@hotmail.com)
[3] El amor y Occidente, op. cit., p.16.
[4] El encuentro de dos expresiones que por separado son antagónicas, pero que unidas generan un tercer concepto sutil, paradójico, como “frágil fortaleza”, “modesta soberbia”.
[5] La muerte: un amanecer, Ediciones Luciérnaga, Barcelona, 1997 (17ª.), p. 31.
[6] Ibid., p. 46.
[7] “Discontinuidades, comunicación y desarrollo, [primeros pi(ni)nos]”, Pininos ’97, Jornadas de Ciencia y Vida, Epesa, México, 1998, pp. 23-29.
[8] Ibid., p. 69.
[9] Pininos ’97, Jornadas de Ciencia y Vida, Epesa, México, 2000, p. 34. Este texto una vez quiso titularse con una simple interrogación en diálogo y homenaje a la doctora Marina Arjona, lingüista mexicana y aguda exploradora de las relaciones entre la comunicación, la lengua y la psicología humanas. Hoy quiere ser una trinchera para defender la posibilidad del amor, una propuesta para configurar una comunidad virtual que multiplique los caminos de la solidaridad, del reconocimiento de la dignidad del otro, de la libertad que sólo da la conciencia.
[10] Marina Arjona, “Un punto de vista sobre el maltrato, Pininos ’97, Jornadas de Ciencia y Vida, Epesa, México, 1999, p.55.

viernes, 31 de agosto de 2007

El cielo y el infierno.

Por supuesto que no te odio,
¡dios me libre de tener que hacerlo!
lo que odio es haberte tenido
para después perderte.

Lo que odio es que aún me acuerdo de tí,
que a veces te aparezcas en sueños y pesadillas,
lo cual revela que estás metidote en el inconciente,
aunque mi conciente y yo te ignoremos.

Lo que odio
es no saber qué hacer con las emociones,
que no es que se revuelvan con los recuerdos,
sino que son como tener en mi interior un gran baúl
a prueba de fugas de información
y con el cual me tropiezo a cada rato...

Odio haber conocido el cielo, luego el infierno,
así como el fétido olor y pútrido sabor de
la decepción,
la traición,
el abandono,
la desilusión,
la desconfianza,
la miseria humana...

Lo que odio es pensar que eras para mí,
que yo era para tí,
y que el destino o la fatalidad,
haya querido que no estemos juntos...

Luego entonces

vida, destino...
¿para qué haberlo conocido?

Lo que odio es escuchar progresivo
y saber que eres el único,
en lo que yo he visto de mundo,
a quien también le hace volar.

Lo que odio es ir a un concierto
y no tenerte para abrazarte emocionada
por los requiebros de los requinto,
el rasgueo de las guitarras,
y por cómo el solista de la banda
desgarra con sus agudos la negrura de la noche.

Lo que odio es sentirme sóla

en un mundo que a veces
se me antoja vano y elemental.

Lo que odio es no tener esas largas charlas
sobre la existencia del ser,
la divinidad,

la trascendencia,
la física de los objetos,
el poder de los elementos,
la creación,

la música
y la belleza de las matemáticas.

Lo que odio es ya no escuchar
tus largos monólogos entre el piano y tus emociones;
esos instantes en los que pegándole al dientón,
te sustraías con la música.

Odio que te odiaras tanto,
que fuera incapaz de ser feliz...

Odio es que creyeras que la vida te debiera algo,
si ya te había dado vida.

Odio que esperara-n-s tanto de tí

y te urgiera-n-s por la trascendencia;
¿a qué fin?
si tú eres magnífico por el simple hecho de ser y estar.

Odio ya no percibir tu olor a tabaco,
el timbre grave de tu voz,
ya no enredarme en la maraña de tu barba y bigote
y no sentir tu abrazo protector.

Lo que odio es que te parecieras tanto

a lo que yo deseo y espero de un hombre.

Lo que odio es no querer interactuar con nadie más...
por el puritito miedo.

Lo que odio es saber que aún vives en algún lugar del universo.

No obstante soy feliz y vivo en paz,
pero odio no poder compartir esa felicidad contigo...

Y odio saber que aunque volvieras,
aunque desandaras tus pasos
y decidieras volver a estar junto amí
yo ya no confío en ti.

Odio saber que lo sé,
que lo sabemos,
que me abandonaste,
me traicionaste
y eso es algo que no podemos cambiar...

Odio decidir que no debo ni puedo estar junto a tí,
lo cual decide mi inteligencia emocional,
y que odia mis emociones revueltas
y mis estúpidas añoranzas por tu persona...

Ojalá estés muy bien,
increíblemente feliz y pleno,
que haya valido haber hecho mierda este amor,
que en verdad parecía hecho en el cielo...

Odio, en verdad odio,

haberte tenido y luego que un día desparecieras...

viernes, 10 de agosto de 2007

La tenencia de tu tierra.


Cuando tienes más de 30 seguro ya llevas un buen rato viviendo sola (o) y rentando en algún lugar. Pero luego de algunos años de trabajo, te planteas la posibilidad de tener TU casa o departamento, es decir, el lugar en donde instaures tu reino. Una decisión inteligente que es en realidad una necesidad pero que te enfrentará a uno de los comportamientos más extraños de los seres humanos: la acumulación de capital y bienes.

Antes de seguir, no expondré mis ideas basada en un remedo de nostalgia comunistoide y por lo tanto aspire a que las masas nos hagamos dueños de los medios de producción, declaremos la propiedad pública y vivamos en comuna, ¡NO!, a mi me gusta tener MIS COSAS; no obtante, no puedo evitar manifestar mi extrañeza ante esa necesidad de posesión, dado que de ese acto devienen diversos escenarios en los que si no te cuidas, puedes ahogarte en una feria de consumismo galopante que incrementará esta angustia existencial en la que actualmente vivimos.

Es como cuando juntaste para el enganche y por fin sacas un auto de la agencia. Lo primero es pagar el seguro anual y digo ANUAL: año tras año, sin chistar y que en el caso de la ciudad de México ya es obligatorio, al menos en lo que se refiere a daños a terceros. Y no olvides llevarlo al servicios de los 5 mil kilómetros. Por supuesto el mantenimiento, cambios de frenos, revisión del motor...

Pero no nos desviemos, decía sobre el asunto de los bienes y raíces. Digamos que edificas una casa, que felicidad, pero ¡oh, oh! te das cuenta con el tiempo que los gastos de mantenimiento de la misma son inacabables, sumado al pago de los servicios como la luz, el teléfono, el gas, las cuotas de mantenimiento (si estás en un duplex), alarmas, celadores… En el caso de un departamento nuevo, además de los pagos anteriores, habría que añadir ser parte del imperio de los inquilinos y los vecinos, quienes coartan tu libre albedrío al tener que respetar ciertos lineamientos básicos que garanticen la convivencia en grupo.

Por otra, si lo que adquieres es un inmueble usado ¿está al corriente de sus pagos?, ¿te están entregando todos los documentos de escrituración y propiedad?, ¿la zona en la que el lugar se asienta tiene acceso a vías y servicios?... incluso habría que considerar la historia del lugar por aquello de los vibras :oP, pero ya en serio, es de todos sabidos que la calidad de los materiales con los que en la actualidad se construye tienen una vida útil de 60 años.

Ahora bien, te decidiste a comprar un terreno. Además de que debes de pagar las mensualidades del mismo, desde el momento en el que cierras el contrato ya estás adquiriendo responsabilidades con la comunidad en la que compraste, además de que ya estás generando ciertos pagos con la municipalidad. Contempla también que si no fincas de inmediato, lo que si debes hacer es bardearlo con un promedio de 300 dólares el metro de construcción, barato si con ello evitará que los “paracaidistas” se hagan de tu predio. Añade el pago a la autoridad correspondiente por las escrituras que te avalen como propietario.

Uffffffffff entonces mi punto es lo complicado que resulta para el humilde tenedor el hacerse de sus bienes; seguramente lo único que tú quieres es tener un espacio a donde llegar día a día luego de una larga jornada de trabajo. Es decir, un espacio en donde instaurar tu paraíso terrenal, en el que decretes tu reino y hágase tu santa voluntad, ama y señora del destino de tus ilusiones, quimeras y demonios…

No obstante, que es realidad mi crítica, en esta lógica de mercado de consumo, se establecen diversos mecanismos que te obliguen a estar siempre devengando cuotas, pagos de no sé que cosa y demás que merman tu presupuesto y que angustian pues, por ejemplo, el que no hagas el pago de una tenencia de escrituras hará que caiga sobre ti la amenaza de ser expulsado y ¿si a alguien se le ocurre expropiar?…

Así es que me revelo en contra de todos esos usureros que viven de tí a cuenta de no sé qué, sólo les falta meter la mano en tu bolsillo; detesto a todos esos chapuceros que han inventado complicadas reglas con las que emulando a los vampiros, sangran tu economía con pagos aquí y allá…

Hubo una época en lo que privaba era la propiedad de la tierra por que ahí se había asentado tu comunidad, pero esa condición moral es inaceptable para el especulador globalizado que por la fuerza se quiere hacer de hectáreas y hectáreas que se observan a través de la malla ciclónica que delimitan su “propiedad”.

Y luego un día te mueres y todo eso que acumulaste es la herencia que enemistará a tu familia… pero eso ya es otra historia.

lunes, 6 de agosto de 2007

Evangelion: Capítulo 26


Si ves más allá, te habrás enterado que durante el verano, en la pantalla de Canal 22 de la ciudad de México, pasaron la serie Evangelion. Esta es... no sé como calificarla, pero la siguiente es la transcripción del capítulo 26 y que si te das tiempo de leerlo encontrarás elementos de análisis muy interesante; enjoy it!

***

Alguien puede desaparecer porque no vale nada ¿pero porqué no vale nada? por eso: porque no vales nada. Si nadie te quiere, si nadie se interesa en ti, eres inútil… pero al pensar que eso es verdad, es lo mismo que evadirte. Luego tu mayor temor es fracasar. Y temes que los demás te aborrezcan pero temes aceptar esa verdad ante ti mismo.

Pero el hecho es que todos son iguales porque a su mente les falta “algo” y buscamos en los demás nuestra parte “perdida”. Por eso la constante búsqueda de fundirse, complementarse, vivir en comunidad…

Nadie puede vivir SOLO…

Aunque todos somos únicos…

Por eso la vida es difícil, por eso la vida es triste, por eso buscas afecto y compañía de otros. Por eso deseamos unificarnos.

El alma humana es débil y frágil. El cuerpo y la mente aún son más frágiles. Los humanos deben complementarse porque es la única forma de existir.

Quizá se vive para saber porqué se existe.

Nadie quiere sentirse triste, nadie quiere el sufrimiento, ¿acaso está mal huir de lo que se odia? Aunque escapar es también doloroso. Aunque si sabes que provoca el sufrimiento, puedes soportarlo. Si el sufrimiento es demasiado escapa; tu puedes evadirte de lo que verdaderamente aborreces…

No escapames más porque sabes que te ha traído más dolor y porque nadie te respetará.

Hacer lo que los demás dicen es una triste forma de sobrevivir. Aunque es mejor que ser abandonado. Pero también temes ser herido. Sin embargo no es el único, pero prefieres pensar que así ha sido. Abandonas toda sensación de autoestima. Pero te equivocas si crees que por no poseer nada no serás lastimado. Es por eso que ¿tiene que suplicar aceptación para sobrevivir? Entonces sólo por eso haces lo que se te pide… desde el principio siente que no vale nada.

Hacer lo que se te pide es como si tuvieras una identidad. Antes no eras nadie. Ahora justificas su existencia. Por lo cual te aborreces. Pero si estás convencido de que te odias, los demás lo harán.

Pero todos te felicitan por hacer lo que esperan de tí, lo que te da identidad, con tanta importancia que se convertirá en tu personalidad y la real desaparecerá. Pero no importa ya que no tiene otro valor.

Un día comienza lo que lo hace terrible por lo cual a nadie le gusta.

Pero a lo que más temes es al rechazo… sobre todo si tus padres te rechazaron. Por lo que para valer algo debes atraer la atención del otro y que no te abandonen. ¡¡¡Pero tu obligación es buscar para ti mismo tu propio valor!!!

¿Qué es lo que cada uno es? Lo que uno ve o la representación de uno a través de los demás. Sólo descripciones y no el yo verdadero.

Tú eres tú, tienes tu propio espacio bien delimitado con tu propio tiempo. Tu ropa, tus zapatos, tu cuarto, las cosas que te gustan… son reunidas por tu propia voluntad porque las consideras tú mismo.

Nadie es otra cosa que el yo mismo.

Pero si has construido una barrera para alejarte del mundo ¿cómo esperas que alguien te comprenda?

Él hecho es que la única persona que se interesa en ti y te comprende eres tú mismo, así que debes cuidarte.

Y si no sabes quién eres y cómo puedes cuidarte, es porque aún eres inestable. Quienes rodean a tu yo presente y el medio ambiente que le rodea no es permanente porque el tiempo continúa fluyendo, en constante cambio y tú mismo estás en constante cambio, siguiendo la fluctuación de tu mente.

¿La nada, un mundo sin personas, en la que no tienes restricciones… eso es la libertad?

Si no piensas, no piensas y no hay NADA.

Y si te complicas es porque no tienes imagen propia para orientarte.

Libertad; puedes hacer lo que desees pero tienes miedo porque no sabes qué hacer. Entonces buscas un límite: ya tienes arriba y abajo pero has perdido un límite pues pones los pies sobre lo que te han dicho que es tierra. Pero estás seguro y te relajas. Puedes caminar gracias a tu voluntad. Vas hacia donde desees y cambias la posición del mundo.

Pero todo el mundo cambia con el paso del tiempo porque el mundo es algo que has construido justamente con el paso del tiempo, en el que tú haces lo que quieras porque les has dado la forma…

Pero ahora te comprendes menos porque es un mundo vacío en el que se desvanece tu existencia si no hay nadie más que tú. Y no puedes saber qué forma puedes tener ya que no tienes a nadie más de referencia. Tu propia imagen es limitada al observar las barreras entres lo otros y tú. Al observar a los demás puedes observarte a ti mismo. Existes porque hay otros, si estás solo lo estás en todas partes.

El mundo no existe sólo para ti.

Al reconocer tu diferencia con los demás fabricas tu propia imagen. La primera persona diferente que aparece es tu madre. Tú eres tú, ella es ella y los demás seres forman su imagen a partir de ti.

Los demás seres forman tu propia imagen.

Sin los demás no existes.

Y de pronto un mundo real se contrapone con el ideal. Otro mundo posible. También puede existir un yo distinto lo cual hará que ninguno de los mundos sea real; si lo tomas en consideración, este mundo no será tan malo.
Pero si estés en el que estés sigues aborreciéndote, eres tú quien decide si la realidad es detestable. La mente separa la realidad de la verdad. El punto de vista, la posición desde donde observas tu realidad cambia tu percepción Hay tantas verdades como personas, pero para ti la verdad es sólo una, la que se formó desde tu estrecho punto de vista que elegiste y que te “protege” de la horrible realidad. Generalmente nuestro punto de vista es ridículamente estrecha. Sólo podemos percibir las cosas a través del punto que elegimos. Hay que aprender a ver las cosas según la verdad de otros. Por ejemplo: el sol te hace sentir bien y la lluvia te entristece, si eso te dijeron eso lo creerás… pero puedes divertirte en la lluvia. La verdad puede cambiar, depende de la evolución de nuestra concepción del mundo. La verdad personal es tan frágil que muchos la ignoran para buscar verdades más profundas.

No estás acostumbrado a recibir aprobación, por eso no sabes dominar el miedo a relacionarte y prefieres mantenerte aislado.

Los demás no te odian, estás acostumbrado a creer que es así.

Quien se odia en verdad, jamás puede amar ni depositar su confianza en los demás.

Si al fin te conoces a ti mismo, puedes ser amable con los otros.

Yo no soy nada porque sólo soy yo y quiero ser yo.

jueves, 2 de agosto de 2007

Nunca nos haremos daño.


El otro día, viendo la tele, en un programa apareció una escena en la que dos mujeres, de esas que siempre son indestructibles, imbatibles, fuertes, todo poderosas… o al menos eso demuestran, en medio de una crisis que las ha estado llevando a las dos al límite de sus emociones -lo cual, obvio, no reconocen-, en una de sus pláticas una de ellas comenta que debería cambiar algunas cosas en su vida; la otra, en lo que entiendo le parece un momento de "debilidad", irónica arremete y contesta que si acaso está llegando al límite de su resistencia (como si los humanos fuéramos máquinas, las que incluso tienen un ciclo), a lo que enojada la aludida responde:

- No aceptaré un comentario de una mujer que llena su vida vacía con gatos…

Uffffffffff qué frase... ¿y qué es una vida vacía? La lista es infinita según se le quiera ver:


Un hombre casado durante más de 40 años con una mujer que ya no quiere que la toque…

Una mujer que ocasionalmente se reúne con sus hijos pues cuando ellos cumplieron la mayoría de edad, decidieron “vivir su vida” en la que su madre no cabe.

Un hombre que diariamente huye de su casa y llega a la oficina temprano en la mañana y sale a 11 de la noche y para quien los fines de semana son una tortura pues no soporta estar consigo mismo…

Un grupo de “amigos” que sólo se reúnen algunos fines de semana para beber, joder y reventar.

Unas amigas que se enfrascan en largos soliloquios de café en los que hablan de cuan malos son los hombres y que no aprecian a mujeres lindas y perfectas como ellas, que llevan las uñas manicuradas, el cabello sin una sola raíz y el traje de ocasión… todos lujos que pagan a crédito con una tarjeta que está que arde.

Un adolescente sentado ante su PC y quien "hace el amor" a sus novias virtuales en “fiestas” de salas de Chat…

Una adolescente que anhela el sueño perfecto del novio rico con auto nuevo, mientras cabecea en el pesero a las 5 de la mañana rumbo al trabajo…

Una mujer que se finge dormida cuando su marido llega del trabajo.

Una pareja que sigue juntos porque se han echado el compromiso a 30 años de un departamento del que no le pertenecen ni el techo, las paredes o el piso…


¿Qué es una vida vacía? pero además ¿qué no lo es? Qué frase ¿no? Me pareció digna de un diálogo entre Bette Davis y Joan Crawford en What ever happened to Baby Jane? (EEUU, 1962, Robert Aldrich)

Ahí se los dejo; yo me retiro y de puntitas, pues no sea que alguien me espete en la cara que mi vida es vacía :oP

Dejo unos rayos de luz tan adhoc para la ocasión.