¿Ah qué se debe tal desasosiego? No sólo a la noble empresa de ser mujer y no morir en el intento, sino también a que en el corazón de ciertos hombres y ciertas mujeres, hay mucho de ilusión y romance pero sobre todo, una profunda necesidad de compartir con el compañero(a) la preocupación por cosas mucho más sublimes que el antro de moda, el look de ocasión, el auto fuera de la casa en los suburbios.
Y todo esto me llegó mucho más adentro porque estoy recopilando cierta información sobre el making off de la peli Diario en motocicleta y pienso en cómo se forjan hombres como Ernesto Che Guevara, que se mueven por valores muy altos, por convicciones muy profundas, por una anhelo de justicia…
Leía que luego de una celebración en su honor organizada en el leprosario de San Pablo, dirigió las siguientes palabras a sus anfitriones:
Creemos, y después de este viaje más firmemente que antes, que la división de América en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una sola raza mestiza, que desde México hasta el estrecho de Magallanes presenta notables similitudes etnográficas. Por eso, tratando de quitarme toda carga de provincialismo exiguo, brindo por Perú y por América Unida.
Al regresar a Buenos Aires, Guevara redactó unas notas de viaje en su diario en donde, entre otras cosas subrayó:
El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina. El que las ordena y pule, "yo", no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo interior. Este vagar sin rumbo por nuestra "Mayúscula América", me ha cambiado más de lo que creí.
Una revelación que pesa, pesa mucho, sobre todo recientemente que decidí retomar las salidas con amigos, ya sabes, ir de aquí para allá, entre bares y antros donde la risa es fácil, la noche larga y la diversión efímera como el humo del cigarro, pero luego de un par de meses de actividad, me pregunto ¿qué es lo que estoy haciendo ahí?
Una de las cosas más singulares de este salto cuántico es que por supuesto, la gente que anda de francachela es superficial… y me he dado cuenta que los jóvenes (menores de 25) son apolíticos, indiferentes a lo que los rodea, cegados por el dominio de ciertas tecnologías que les permite sentirse poderosos… y es una pena escucharles que el mundo no les importa ni lo que en este suceda y que lo único que esperan es la siguiente novedad de esta sociedad de consumo e industria cultural… y a veces quiero creer que esta superficialidad es sólo en las ciudades, que en el campo, en donde la vida es dura y correosa, las cosa son distintas…
Y esta nostalgia de hombres y mujeres de entrega y empuje, igual me ha surgido ahora que he estado leyendo la biografía novelizada de Pancho Villa de Paco Ignacio Taibo en donde refiere sobre el centauro del norte (p. 45 y 46)…
“Villa gozaba de muy poco reconocimiento social en su época de bandolero, a lo más de una red, extendida a todo lo largo de Chihuahua y el norte de Durango, de contactos, compadres, cómplices, compinches, amigos, beneficiados sueltos que recibieron una vaca, un puñado de pesos, una máquina de coser. Su reconocimiento era el de un personaje que cambiaba de nombre y de vida con frecuencia, desaparecía por largas temporadas, cambiaba de oficio. En sus acciones hubo poca generosidad hacia los pueblos; robó a los hacendados pero no los confrontó; mató rurales pero no organizó su destrucción; robó a los ricos, pero pocas veces para entregar a los pobres.
Si bien no construye reconocimiento social en esos años, si construye la red y la ética, las reglas de juego y el odio a la oligarquía. La palabra se cumple, no se traiciona a un compadre, no se le roba a un pobre (a no ser que haya extrema urgencia, porque además hay poco que robar), no se roba a la mujer y si en cambio se le seduce, se casa una con ella, por la iglesia, por el juez, con varias si es necesario; no se respeta a los ricos ni a los curas sino a los maestros de escuela; se protege a los niños.
(…)
En una sociedad en la cual los hacendados ejercían el derecho de pernada, se azotaba a los grandes “infractores”, se robaban las tierras de las comunidades mediante falsos deslindes, se arrancaban los derechos históricos de pasto y agua; en la cual lo rurales y la Acordada eran un grupo de pistoleros con casi menos ley que la de los hombres a la que enfrentaban; en la cual por deudas un hombre era condenado a ser arrancado de su tierra y servir al ejército en guerras de exterminio contra las últimas rebeliones de indígenas; en la cual la legalidad republicana la presidía un dictador que se reelegía fraudulentamente, ¿quiénes eran lo bandoleros? O más bien, ¿porqué tienen que ser más amables y socialmente aceptable el bandolerismo burgués que el de los pobres del campo?”
Así las cosas me pregunto ¿qué es lo que ahora le preocupa a los hombres y las mujeres? Me siento profundamente hastiada de pláticas insulsas, de “bien, ¡¡wow!!, eres un ganador…” ya sabes, palabrerías de motivadores que como sanguijuelas se entronizan como los nuevos mesías, entre los miles y miles de cerebros adormecidos por las sociedad de consumo y la industria cultural del nuevo milenio, en donde lo cool es ser globalizado, hiper alivianado y comer productos light empacados en materiales biodegradables…
Y a veces en las noches, yo levanto los ojos al cielo y me digo que si esta misma luna ha visto pasar tantas vidas, tantos medievos y renacimientos ¿por qué en este inicio de siglo no puede pasar?...
Qué lejana es esa época de los hombres y mujeres que nos dieron patria y que hicieron de su vida una epopeya, un magnífico manto entretejido con el ustedes y nosotros…